30 mar 2008

De piruja a mujer


“¡Qué no se hagan! ¡Todas las mujeres llevamos algo de pirujas!”, fue la declaración contundente de Remedios ante los ojos atónitos de Moisés, amigo íntimo y compañero de juergas.
-¿No crees que exageras, Reme?- le responde Moy, algo ruborizado ante la mirada de los comensales del café “Leandro’s”
-¿Exagerar? ¡Cómo crees, Moyito! Si es la pura verdad. Mírame, aquí me tienes. ¿No acaso me encanta sentirme deseada por la mirada de los hombres?
-OK, voy de acuerdo en eso, pero ¿todas? Mira aquella jovencita- y señala detrás de ella a una adolescente de 16 o 17 a lo más, entallada en unos jeans y playera rosa de tirantes-, no creo que piense como tú.
-¡Por favor! ¿Por qué crees que viste así? ¿No me digas que sólo por puro gusto? Sabe que la miran y, por lo tanto, la desean con la mirada. ¡Mmm! Si fuera lesbiana, la invitaba a mi depa y…
-¡Cálmate, doña “libertina”! Está bien tu afirmación de lo de las “pirujas”, pero ya estás llegando al colmo.
-¡Con que ahora eres “morales”! ¡Ja! ¿Qué no te acuerdas cuando en la prepa correteabas a las de primero, siendo tú un fósil de sexto?
-OK, OK. Ya con eso me callaste y no refuto tu “afirmación”; pero por esas “afirmaciones” nos descomponemos. Mira la miseria de sociedad que ya somos. No es que me espante, pero me preocupa que ya no seamos leales a nadie
-¡Leales! ¡Ja! ¡Leales mis calzones! Y ya ni en esos confío. Prefiero un tipo por noche que vivir atada a un wey que dice que me “ama”.
-Eso lo dices porque estas ardida.
-¡¿Ardida, yo?! ¡Estás pend…!
-¡¿Ya nos llevamos así, Reme?!
Remedios, consciente de su última frase, entristece de súbito y se queda callada.
-¡Ay, comadre! Sé que no era tu intención ofenderme, pero ¿ya vez que sí tenía razón? Desde que te dejó el Toñis vagas de bragueta en bragueta. Tus razones tendrás y eso no lo juzgo, pero extraño a la Remedios que creía en la sinceridad. OK, no soy monedita de oro para decirlo; y cómo no me voy a acordar de mis correrías de la prepa; pero cuando te conocí e hicimos migas, me hiciste ver mas allá de lo que vivía.
-Perdóname, Moyito- responde remedios en un ligero sollozo- para qué te miento, si es la neta; y me los dices sin el afán de lastimarme. Gracias por ser mi cuate.
-No agradezcas.
-¡Claro que sí!... Además, ando así de chípil, ya sabes, por…
-Tienes visita.
-Sí. Éstas indisposiciones “mensuales”- le comenta, con cierto desagrado.
-¡Ja, ja, ja!- estalla en risa Moisés, al oír a Remedios.
-No te rías. Si fueras mujer, sabrías lo que se siente.
-Perdóname, Reme. Se me “chispoteo”- le dice, con cierto matiz de burla.
-Se me “chispoteo”- le recrimina Remedios a Moisés, quien no ha dejado de reír aún.
-Bueno, bueno; dejémosle así, de ese tamaño.
Y Remedios, aprovechando la confianza que tiene con Moisés, le lanza una pregunta:
-Confiésame una cosa. A sabiendas de lo que me convertido, ¿por qué no te has aprovechado como buen “macho”?
-Porque te quiero.
-¿Me quieres?- pregunta Remedios, en medio de la duda.
-Claro. Hay algo malo en eso- afirma Moisés con suma seguridad.
-No… pero…
-¿Pero?
-Hace mucho nadie me lo decía- Responde Remedios, con la voz ligeramente entrecortada y la mirada vuelta al piso.
-¿Ni tus amantes ocasionales, después del Toñis?
-No- afirmación plena y seria que le da Remedios.
-Entonces ¿qué te dicen?- vuelve a preguntar Moisés, seguro que habrá de hallar algo concreto.
-Que me desean.
-¿Qué más?
Después de un largo silencio, y con notable tristeza, al fin responde:
-Sólo eso.
Moisés, en un ademán llamando al mesero, pide la cuenta, deja la propina y dirigiéndose a Remedios, le dice en tono conciliador y dulce:
-¿Alguna vez has hecho el amor con sólo tomar de la mano a alguien?
-No… nunca… eso creo- responde Remedios, algo confundida.
-OK. Dame la mano y vamos a tu depa que ya es tarde. Mañana, según recuerdo, tienes presentación de proyecto en la oficina y no quiero que te desveles.
Y tomándola con sutileza de la mano, Remedios se deja llevar por el amigo, que de piruja la ha regresado a ser mujer.


Alejandro Arzate Galván.

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